martes, 7 de mayo de 2013

Historias desde una canción...

                                                El Relojero 

http://youtu.be/yTfJ3TpfonQ
Bum.
Bum, bum.
Un latido tras otro es lo que oía Relojero en la pequeña trastienda de su taller mientras que llevaba a cabo cada uno de los arreglos encargados a viejas joyas o relojes. Tenía que soportar las pulsaciones de tantos tristes corazones almacenados en pajareras individuales que abarrotaban las estanterías. Ellos también esperaban su reparación.

Bum.
Relojero era relojero de profesión, como tantos otros entonces. Todo el pueblo le conocía por sus buenas tarifas en reparación de cachivaches. Sin embargo, sólo una minoría de aquella pequeña sociedad conocía sus otros servicios. Relojero también reparaba recuerdos, aquellos que almacenábamos en nuestros corazones.

Bum.
Relojero conocía a El Tiempo, conocía cómo trabajaba y cuán cruel era. Tiempo era responsable de alargar nuestros momentos duros y acortar los más felices, de que perdiéramos a nuestros seres queridos, nuestras esperanzas. Relojero, tras años luchando contra él, ya se hallaba solo. No obstante, en vez de perecer lentamente como el resto de los humanos, él había encontrado apoyo, fuerzas para seguir, en una lucha iniciada. Una lucha contra El Tiempo.

Bum.
Así pues, Relojero ejecutaba su venganza contra Tiempo haciendo lo que nadie tenía que hacer: manipularlo. La gente acudía a él y le dejaba sus corazones en sus manos, con la esperanza de recogerlos pasado un tiempo pudiendo revivir ciertos recuerdos, o incluso modificarlos. Relojero, aún sabiendo cuán peligroso era esto, luchaba contra las imposiciones de Tiempo dando a otros lo que él no había podido tener: Más tiempo.

Bum.
Pero Tiempo se cansó de que Relojero intentara parar su juego. Con una fuerte corriente de viento hizo caer todos los corazones que esperaban arreglo. Le llegó unas frases susurradas de Tiempo: No vale la pena variar esta cadena que es el tiempo ya pasado. Cambiar un segundo altera una vida entera, y aunque puedas nunca quieras, pues no es lo que hacer debieras. Después de escuchar esto no escuchó nada más. Los corazones habían parado, y con ellos la vida de sus dueños. Relojero supo cuál sería el siguiente en enmudecer. Pensó que, al fin y al cabo, todos tenemos un final predeterminado que ni él podría haber cambiado.

Un silencio mortal inundó el taller.
Lucía Carrasco Ribelles
                1º Bachiller B

2 comentarios:

  1. Bum.
    Lucía, no hay silencios así en este blog.
    Bum.
    Precioso cuento. Te doy mi tiempo. No dejes de escribir, no...

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  2. Qué historia más chula!

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